Wednesday, January 13, 2010

Huaracane

La Expedicion al Apu Huaracane
Parte I.
Jeffrey M. Kihien-Palza

En la capital del imperio gringo una noche de otoño soné que el Apu Huaracane era cortado por la mitad. En el sueño, evidente realidad de la dimensión paralela, estaba yo parado en el techo de mi casa observando camiones bajar y subir de la cima llevando al Apu hacia un lugar indescifrable. Me desperté preocupado, mi sueño, real en la dimensión paralela podría también ocurrir en la dimensión en la cual escribo estas líneas.
La última vez que escale el Huaracane fue en 1994 o 95, la memoria engaña y convierte el tiempo en acontecimientos de fechas inciertas. En aquellas épocas, el cerro era un lugar lejano a donde había que llegar obligatoriamente a pie, la ciudad terminaba en Fonavi y la pista de circunvalación era un trocha enemiga de los pocos carros que recorrían la ciudad. Durante esos años post sendero/Alan 1, no había trabajo y lo peor era que el país estaba anímicamente deprimido, era un depresión masiva que empezó en los sesentas, con la dictadura socialista de Velasco Alvarado y se fue transmitiendo de generación en generación, alimentándose por la carnicería terrorista de Sendero y el MRTA, la candidez de Belaunde, y la extrema incapacidad de Alan García para gobernar el país entre 1985 a 1990. La década de los noventas fue de transición, por primera vez se escuchaba a algunos políticos hablar de empresa, de libertad para crear y producir riqueza, de limitar el tamaño del estado y su burocracia. En esa década se empezó a desmantelar el sistema estatal socialista que nos mantuvo pobres y mentalmente deprimidos por tres generaciones. Los cambios los podemos ver, y solamente han transcurrido quince años, es que el peruano lo que desea es trabajar en libertad, sin que el estado le este diciendo no hagas esto porque te lo prohíbo, o si lo haces tienes que pasar por el laberinto de la burocracia estatal y repartir donaciones en cada escritorio. En ese espacio histórico hace quince años realice la última aventura al Apu Huaracane, hasta que tuve el sueño en la capital del imperio gringo.
Un abogado/cineasta, un promotor de eventos/ moqueguanofilo y sibarita gourmet, un guía de turismo y protector cual quijote del patrimonio histórico de la ciudad, un estudiante, un cocinero de escuela, un empresario venido del Canadá, pero peruano, otro cocinero de escuela, y el que escribe, un abogado de profesión, pintor y escritor, intercambiamos correos electrónicos y nos pusimos de acuerdo para escalar el Apu y pasar la noche en la cima. Para ellos era su primera experiencia con el Huaracane, para mí la quinta, pero ahora las circunstancias son diferentes, es posible tomar taxi hasta las faldas mismas del cerro, ya no es necesario caminar ese tramo y la movilidad abunda. El taxi nos deja en el río Huaracane, justamente donde el Gobierno Regional construye un puentecito para conectar el cerro Huaracane con la ciudad, sospecho sobre los motivos del puente. Como cien obreros en una obra que solamente necesita diez, por allí alguien menciona “que tal desperdicio de dinero del gobierno, deberían construir piscinas,” y otro responde; “si no se gasta, la plata se regresa a Lima, asi que es mejor darle trabajo a la gente para que no este chupando todo el día.” Ambas afirmaciones validas en diferentes supuestos, el primero desde el productivo y el segundo desde el burocrático tercer mundo.
Intentamos iniciar la caminata temprano y evitar el sol, pero fue imposible, la puntualidad es todavía un concepto extraño e inexplicable en Perú. A medida que el rubio se mueve de este a oeste los rayos se volvían más luminosos, penetrando la carne desprotegida. Felizmente nos preparamos para la aventura, lentes de sol, sombreros ala ancha, camisa manga larga y bloqueador solar para evitar el terrible cáncer a la piel. Con un solo paso salimos del oasis moqueguano y entramos en el desierto mas seco del mundo, el desierto de Atacama, es como cruzar un puerta, de un lado las chacras, verdes y frescas, del otro, el desierto, seco, hostil, con formas y arrugas marcadas por el tiempo, amenazando constantemente con engullir al frágil oasis moqueguano. Pienso, esta área del planeta con escasa agua no puede jugar a la ruleta rusa con el recurso que mas le falta, el agua, y permitir que dos de las minas de cobre mas grandes del mundo operen en sus cuencas y que se abra una tercera la cual esta escribiendo con bombos y platillos el certificado de defunción de los milenarios valles de Moquegua e Ilo y de la ciudad misma. Ha ocurrido antes en otros lugares del planeta. Sin agua las ciudades se mueren, asi que ya están avisados.
En las faldas del cerro pioneros agricultores intentan ganarle espacio al desierto, nos cruzamos con una parcela de orégano, el aroma es exquisito, y otra de vid bordeada con arbolitos que luchan por sobrevivir. Es que hace millones de años el valle de Moquegua era un río gigantesco, mas ancho que el Amazonas, el cual fue depositando sedimentos en su lecho por mucho tiempo y al secarse se convirtió en tierra extremadamente fértil y productiva, es por eso que en Moquegua lo que se planta produce, y produce muy bien aunque sea alfalfa.
Tomamos una de las quebradas para aprovechar el poco viento encajonado y la ocasional sombra de las paredes, poco a poco el cerro se va empinando hasta volverse vertical. La cima se eleva hasta los 2500 m.s.n.m, mil más que la plaza de armas de Moquegua. En el desierto las formas y los colores cambian constantemente, a la izquierda morado, rosado, mas haya púrpura y rojo, a la derecha blanco, marrón, rojo ocre, y rojo nuevamente. Más haya andenes y antiguas parcelitas de cultivo, con caminitos de herradura, y a nuestras espaldas, el valle.” La serpiente verde deslizándose en el desierto.”
“En los últimos diez años la ciudad se ha cuadruplicado,” menciona alguien. Chen-Chen, que era lejísimos, es una ciudad nueva, lo mismo que la Pampa de San Antonio en donde íbamos a deslizarnos por las dunas sobre cartones y observar las golondrinas volar. ¿Y que sucedió con las golondrinas?, ¿Qué sucedió con las mariposas monarca que se detenían en la Alameda durante su migración anual? Tiempos que no volverán. Asi como los pocitos del río en donde se podía nadar todo el año, cazar pescaditos, camarones y observar a los sapos crecer. Jugar a la guerrita en los bosques de sauce llorón, allí mismo en el río, en el puente Balta. Tiempos que no volverán.
A medida que subimos nuevas formas van apareciendo, andenes a la derecha e izquierda, cimientos de construcciones pre- coloniales cubiertas por material de avalancha. Ceniza volcánica cubierta por lodo. ¿Fundación española de Moquegua, cuatrocientos y tantos años? Los españoles fundaron la villa Santa Catalina de Gualdacazar en los andenes del Hotel de Turistas, Moquegua estaba al otro lado del río, era una villa con cinco mil años de historia, famosa por su medicina, centros terapéuticos y spas como el del Cerro Baúl y del mismo Apu Huaracane. El Inca Garcilazo menciona en sus crónicas que el Inca Mayta Capac decreto que se condenara a muerte a todos los que practicasen las malas artes de los encantamientos en el Valle de Moquegua, esa es la primera noticia que se tiene de persecución religiosa y cultural en lo que hoy se conoce como territorio peruano, por eso el ejercito Inca se dirigió directamente al Cerro Baúl, acorralando a todos los médicos y shamanes en su cima, cortándoles el suministro de agua que subía por gravedad a través de tuberías fabricadas con troncos de cactus frescos, a pesar de ello los médicos y shamanes se mantuvieron meditando por cuarenta días ( como Jesucristo) y antes de rendirse destruyeron sus medicinas y recetas.
Me apresuro y alcanzo la cima, los bloques de piedra que en la antigüedad fueron parte de una edificación me parecen más pequeños que antes, con la edad todo se achica, hasta el tiempo. Camino de arriba ha abajo, salto, brinco y la encuentro, mi nombre escrito en una piedra ha resistido los elementos , pero no durara mucho tiempo mas.
Nos sentamos a disfrutar el paisaje, se puede apreciar la cima del Cerro Baúl, las trincheras de la guerra con Chile en el cerro los Ángeles, la serpiente verde, a lo lejos el mar. Nos alcanzan los sonidos de la ciudad, el Apu esta cada día mas cerca. Y a nuestro alrededor tumbas saqueadas, pagos, mensajes de amor, restos de paredes, las malditas bolsas y botellas de plástico, y un cactus de formas cuneiformes nos desafía a vivir en armonía con el planeta y a salvar al Apu Huaracane porque por allí hay alguien escondido que quiere extraer los minerales que tiene guardados en sus entrañas.